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Escalambrujos.

Abuela

Estuve el otro día realizando un curso sobre mediación intercultural y la profesora de origen magrebí comentaba como en su país hay infinidad de niñas que son puestas a trabajar como sirvientas a partir de los cinco o seis años en otras casas. Ella lo narraba sin más, sin juzgarlo. Una de mis compañeras de curso se sorprendía continuamente de la pasividad de la mujer marroquí ante tantos desmanes. Me molestó un poco el tono utilizado ya que no parecía de reproche de la situación que allí existía, ni de las condiciones de un régimen dictatorial unidas a las de una religión medieval, que la hacen posible. Era un poco más en plan "como sois las tías allí, que no os enfrentáis al marido", no sé si me explico. Olvidando que aquí, hace menos de cuarenta años, amparados en un régimen dictatorial, en una moral basada en fundamentos también medievales y en unas bolsas de pobreza absoluta, se vivían casos semejantes. 

La de la foto es mi abuela. En el año 36, cuando tenía seis años, la subieron en un tren con una dirección escrita en un papel y se marchó a servir a Valencia. Cuando llegó, la dirección estaba equivocada, así que imagínense (yo no puedo, soy de la generación post-UNICEF) a una niña de seis años, de un pueblo de Teruel, perdida en Valencia, sola, y buscando la casa donde tenía que ir como sirvienta. Finalmente una familia la acogió y la puso a servir en otra casa. A los pocos meses, afortunadamente para ella y por desgracia para el resto del país, comenzaron a sonar ruidos de sables y volvió de nuevo al pueblo con su familia.

Jamás le oí un comentario de reproche a su madre. Siempre me ha alucinado la relativización de las miserias que ha hecho su generación: hambre, guerra, exilio, fusilamientos, desaparecidos....... y sin Prozac. 

A mi yaya el año pasado le dio un jamacuco de los gordos, entró en el quirófano en una operación a vida o muerte e ingreso en la UCI tres horas después en estado de pre-mortem. Mientras toda la familia se preparaba para lo peor y yo para la perdida de uno de los últimos hilos que me unen a mi infancia, ella paso tres meses y medio en coma en la UCI, del que despertó diciendo que la enfermera que la había cuidado esos meses era la protagonista de Aquí no hay quien viva (la hija de Ernesto Alterio), ríete tú de los trippis.

Hoy la mujer está como una rosa, ya la ven remendando en la foto. Ella dice que desde el jamacuco lo que le queda de vida ya es de "prestao". Me encanta hablar con ella, por la simpleza y la claridad con la que define aquello que a mí me ha costado elaborar años.

3 comentarios

Verónica -

Ya ves: tu compañera, mujer de este país y época, supongo, con estudios superiores, etc, juzgando desde esa situación privilegiada, a esas pobres mujeres cuyo universo mental, debido a lo circundante, no puede ni parecérsele.
Bien traída esa conexión con tu abuela: toda su generación sacrificada nunca pensó que les estuvieran explotando sus padres cuando, de tan niños, los ponían a trabajar.
Y como tú añades, sin traumas y sin Prozac.

Un beso,
Qué bien ccuentas historias

Patro -

Qué tierna tu abuela, y qué dura la vida que le tocó, sin embargo, mírala, ahí, remendando con toda su alma. Un abrazo, Patro.

Anónimo -

Nunca nos podemos poner en los zapatos de los demás ni mucho menos juzgarlos...
Todos habitamos nuestro propio universo de experiencias y da gusto ver que hay gente que tovavía las comparte y te las hace vivir (aunque solo sea a medias)
Gracias Emilio...
Ampa
Pd.- menudo curro te estas pegando... tranquilo que no me chivo. Para mi gusto está siendo muy bien aprovechado... Yo tengo una pila de trabajo administrativo que me parece voy acabar dejando para el lunes...