Huayna potosí, o de como acabar llorando a 6088 metros mientras tu compañero de cordada vomita.
Me recoge el transporte a las ocho de la mañana. Me explican que el resto de miembros que van con esta agencia llegaron ayer a campo base para aclimatar q ellos hacen la subida en tres días y yo en dos. Por el camino recogemos al guia q me acompañara hasta campo alto donde esta ya el resto del mundo... es un indio aymara con una conversación interesante hasta el momento en que el con las manos en la espalda y yo cargando una mochila de 15 kilos subimos hacia el campo alto... porque él sigue hablando como ozores y yo voy con dos palmos de lengua fuera, dándome cuenta de que la cosa va a ser muy jodida... al llegar conozco a mis compañeros. Una pareja de australianos una de belgas un americano de oregon y yo. Traen la comida y decido que comeré como si estuviera en el corredor de la muerte, después me acuesto, pero no consigo dormir, son las cinco de la tarde y a las doce debo levantarme, la cabeza me duele horrores... Por lo menos me levanto a orinar como cuatro veces, lo que no es mala señal. Al albergue ha llegado más gente, en total 8 más, los demás si que duermen porque los oigo roncar, para divertirme y pasar el rato, hago como que duermo y ronco, con apneas incluidas, hasta que consigo despertar a los que de verdad estan roncando.
A las doce todo el mundo arriba... Nos vestimos, yo me hago popo y con el arnés, el buzo, los pantalones de goretex, etc, es dificil, así que soy el último en salir, mi compañero de cordada es el americano de Oregon, al parecer nos han puesto juntos porque los guías en la subida al campo alto, vieron que ibamos bien de fuerzas los dos... Yo me tomo dos ibuprofenos porque la cabeza me duele un montón y me mareo, los guías deben de tener razón, porque poco a poco vemos acercarse los frontales de los demás grupos, en total 20 personas en cordadas de dos más guía, y los vamos adelantantdo, salvo a dos grupos que van delante bastante avanzados y a un buen ritmo. A partir de los 5600 metros las empiezo a pasar putísimas, la cabeza me duele cada vez más y soy como un autómata, camino mirando al suelo, siguiéndo con mi frontal la cuerda que llevo atada, pero no me percato de nada a mi alrededor, ni siquiera de la increible noche que hay, con un cielo plagado de estrellas y la luna haciéndo brillar la nieve a nuestro alrededor. En una parada me tomo mi tercer ibuprofeno, el guía me ve y me dice, que es el tercero, que si este no hace efecto en 20 minutos todos para abajo, debemos estar sobre los 5700... Pero por suerte me repongo y la cabeza me deja de doler. En un momento dado el guía me dice, "los alemanes van mal de ritmo, los podemos pasar pronto y los franceses también..." ¿Cómo? ¿Alemanes y Francesés? Me giro a mi compañero y le digo "My friend, verdes las han segado, porque vamos a sacar los higadillos, esto es una cuestión de estado, Guernica y los camiones de tomates volcados en la frontera, asi que Santiago y Cierra España y viva Don Pelayo" El guía comienza a poner un ritmo brutal, que aquí se traduce en que cada diez pasos tienes que parar porque parece como si te hubieran puesto una bolsa de plástico en la cabeza... Afortunadamente los otros dos grupos para cada 5 pasos y en la última subida antes de la cresta les damos alcance... Los enfants terribles ven que vamos a rebufo y empiezan a apretar, pero ya en ese momento me acuerdo del gol de Platini que se le coló a Arconada por debajo de la cintura y tiro con lo que me quedá, el de Oregon, que va detrás mío, me estira de la cuerda, para que pare, pero yo tiro, que luego vaís vosotros pidiendo cuentas a la CIA, así que en la trepada de unos 15 metros, muy vertical conseguimos pasarles y llegamos a la cresta... Y oh dios mío, la cresta son 150 metros en linea recta de un paso aereo y expuesto, con una caída vertical de 1000 metros por un lado y de unos 200 por otros, en la que apenas caben los dos pies uno junto a otro, y yo que, en ese momento, ya ni me siento el cuerpo me digo, "que más da Emilito, si facturas aquí el billete para el otro barrio las generaciones futuras te recordarán como un gran gilipollas" Y tiro para adelante siguiendo a David, nuestro guía Boliviano y seguido de Gascon, el Oregones. Y así tras unos minutos infernales llegamos a la cima, sólos, amaneciendo, rodeados de nubes, nieve y montañas... Gascon se asoma al vacio y de rodillas comienza a echar todo lo que había dentro de él, yo me siento en el suelo y me pongo a llorar sin parar... Después nos abrazamos, él con sus babas y yo con mis mocos...
La bajada es un infierno, pues acusamos el esfuerzo del final. De 20 personas que habían salido a la una de la mañana sólo seis hicimos cima... Gascon vomita otras tres veces en el descenso, en una de ellas, y en el paso más peligroso tira de mi cuerda y yo pierdo el equilibrío, el guía, que se había colocado al otro lado de la pendiente frena mi caída al vacio total y yo tengo que estarme cinco minutos parado con el corazón saliéndome por el pecho... Después una bajada en la que parecía Juanito Oyarzabal esperando a Edurne Pasaban y no porque me ponga brutote, que también, sino porque no podía con mi cuerpo, ni yo ni gascon, que seguía vomitando de vez en cuando... Muchas horas despúes llegada al refugio, tumbarnos, exhaustos y yo empezar a asimilar, que lo que he hecho y he visto hoy es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida.