La herida
Ya está, ya regresé. He vuelto a España, donde todo es ordenado, sigue unos cánones y estoy de nuevo en el lugar en el que tenemos la imperiosa necesidad de pensar cada segundo en qué vamos a ocupar nuestro tiempo.
Me resulta difícil ahora hablar de Guinea, todo está demasiado fresco y cercano, los sonidos, los sabores, los colores, todos los recuerdos hacen que la realidad que ahora pisan mis pies sea demasiado cruel.
Dijo el escritor bosnio Ivo Andric que el recuerdo de Bosnia le acompañaría siempre, como una herida. Así siento yo ahora Africa y Guinea, como una herida que se abrió en mi conciencia y por la que emanan uno a uno todas las imágenes que retengo:
Atravesar los caminos embarrados de la selva, los poblados incrustados, llenos de niños que corrían desnudos saludándonos y enviándoos sonrisas. El viaje en Cayuco hasta la idílica Corisco; los días de coco y pescado; la cena libanesa y la noche en el mar con la extraña y cautivadora atracción de un horizonte iluminado por las llamas de las plataformas petrolíferas; la hija de Gabriel, que el VIH consume tumbada sobre unas tablas sin recibir ninguna atención, porque simplemente no existe para ellos; los colegios llenos de sonrisas y vacíos de material; los hombres borrachos tras recibir su paga semanal, las mujeres del coro de la iglesia que nos invitaron a cervezas y nos pusieron nombres Fang y nos llamaron hermanos cuando ya el alcohol había acabado con la Fe; los atardeceres más rojos que vi jamás; los centenares de luciérnagas que iluminaban los senderos de la selva; el titi que apareció fugaz saltando de palmera en palmera; la amabilidad inocente de Cesar; la cadena de Aquilino; las tormentas eternas y duras, la lluvia como balas de plomo, y los rayos que por la noche iluminaban la selva y acallaban sus seculares gemidos y gritos; el caos estruendoso de Bata y Malabo, los mercados de fruta y colores; los niños esclavos con su carga en la cabeza; las sonrisas desde los porches y ventanas; los juegos en el colegio; la honesta y coherente sinceridad de Paz; la dulzura de Roser (¡cuánto vales pequeña!, la sempiterna alegría de Noelia.
Y sobre todo la injusticia evidente, dolorosa y cruel que golpeaba mi blanca alma cada vez que atravesaba el portal de una choza de madera y tejado de zinc. Cada vez que veía a un militar, adolescente y borracho defendiendo la obscena opulencia del poderoso. La vergüenza de observar a los jóvenes europeos, coetáneos míos, que viven la aventura Africana, agarrados como sanguijuelas al expolio de los recursos naturales del país, participando y siendo cómplices de la corruptela que sangra y deseca el subsuelo, que deforesta el bosque y construye sin orden y desaforadamente al ritmo del tamtam que el gobierno marca. Lavando después sus conciencias con proyectos humanitarios que debería realizar un estado rico en recursos, al que nunca denuncian, al que facilitan su expolio y del que sólo hablan en voz baja y en pequeños grupos de sus propios compatriotas.
Y esa herida en mi conciencia, que se ensanchaba y exhumaba mi propia vergüenza, cuando sentado en la cafetería libanesa, frente al Banco Nacional, veía los lujosos todo terrenos, los adolescentes hijos de tal, vestido con ropas de marcas, los directivos de las empresas expoliadotes y mi seguro billete de regreso a Europa en el bolsillo y recordaba a la hija de Gabriel, aquellos ojos hundidos sobre sus cuencas, gimiendo sobre las tablas de madera; y como me tembló la voz cuando le pedí hacerle una foto y como me temblaban las manos cuando preparaba la cámara y notaba una amargura de arena en la garganta y como aquella noche no pude dormir, y mientras el cielo rugía una y otra vez sobre la selva yo miraba aquellos ojos que atravesaban el objetivo de mi cámara y sabía que aquella imagen iría siempre conmigo, para evitar que mi herida cerrara.
*Voy a ir colgando fotos de Guinea en http://www.picheto.es
9 comentarios
Pili Amparo -
Cada vez que escucho la canción de "Fabia" de Lluis Llach del disco "Cosecha de Esperanza" de Intermon me acuerdo de ti y tu viaje...
No hace falta saber catalán para entenderla... llega
Con mis mejores deseos de que sepas nadar en cualquier tipo de aguas, se despide con besos llenos de flotadores,
Pili Amparo
Pd.-He intentado buscarla en Youtube pero no he tenido suerte
Pd2.- No hace falta decir que me encantan tus fotos de Africa. Parece que llevaras toda la vida allí conviviendo con esa gente que te mira con tanta confianza a la cámara...
Mi preferida: las chicas buscando agua, siempre pensamos en eso como una pesada tarea que nosotros acortamos abriendo un grifo pero ellas parecen tomarlo como un juego...
Los rostros siempre ha sido lo que más me gusta en fotografía...
Vi una exposición de Severino Payaruelo con gentes del Pirineo que me encantó.
Y lo último: si tienes 3 libros iguales ya puedes ir arrancando la primera hoja con la dedicatoria y regalándolos o prestandolos (¿no es lo mismo?) y haciendo que circulen las palabras por el mundo...
Es broma, que ya me imagino que no te gusta que te digan lo q tienes o no q hacer...
Más bsos
Juan -
Emilio -
Vanesa, un alegrón verte fuera de los feudos de Ojodigital.com
Pili, con ese libro yo tengo una historía peculiar. Y es que creo que es el libro más propenso a ser regalado, porque yo tengo tres ejemplares regalados por tres personas distintas.
Cris, sin tu ayuda este viaje nunca hubiera sido posible.
Manuel en un par de semanas vuelvo por circulo o nos vamos a tomar algo por ahí los dos.
Abrazos a todos
Juan -
Ave -
Cristina -
Uff,escalofriante relato..excelente descripción,excelentes fotos,otra vez felicidades!
Me alegra conocer la intensidad con la que has vivido este viaje,...Africa no puede dejarte indiferente,..un antes,un después..
Mucho ánimo,sigue volando una temporadita y cuándo bajes a tierra estamos aqui para recogerte.
Mil besos.
Pilar Amparo -
En "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano hay una historia sobre una foto que me ha recordado a la tuya...
Muchos ánimos para la vuelta a la jungla de asfalto
Besos sinceros y abrazos afectuosos
Ampa
Emilio -
Ando ahora liado devolviendo turnos en el trabajo, pero cuando acabe echamos algo por el tubo si eso.
Abrazos fuertes
Manuel Arribas -
cuantas ganas tengo de que nos cuentes tus experiencias y nos recrees la retina de los ojos y del alma con una proyeción de imágenes cautivas.
A tu disposisción unas cervecitas (unas birras como tu sueles decir) para cuando quieras.
Bienvenido Emilio.
Un abrazo.
Manuel